Es el efecto potenciador de todo lo trabajado en cada sesión, a partir de involucrar a los padres y/o cuidadores del paciente en el tratamiento. Para ello es necesario que estos conozcan los objetivos que se establecen en el plan de tratamiento y comprendan el sentido de lo que se trabaja en cada sesión. Que cuenten con pautas y estrategias mínimas para incorporarlas a la vida diaria, sustentado en un criterio de progresión. De este modo, se potencia el tiempo de atención clínica y el avance del tratamiento.
La intensidad de un tratamiento fonoaudiológico no se limita a la cantidad de horas de sesiones asignadas. La brinda el aporte de muchos elementos: un diagnóstico diferencial y un plan de tratamiento adecuado y padres y/o cuidadores del paciente que estén involucrados desde los conceptos terapéuticos.
Esto no significa que tengan que “trabajar” con su familiar como hace el terapeuta. Se trata de que puedan incorporar en la vida diaria criterios específicos en aspectos más puntuales a partir de pautas y modelado que se brindan durante el tratamiento.
En relación a la niñez, en pos de la “intensidad terapéutica”, entendida sólo como cantidad de horas de atención en sí, se pueden descuidar aspectos esenciales que atañen a la infancia como los siguientes: todo niño (con y sin discapacidad) tiene que tener el tiempo libre para jugar y para descansar que su edad demanda (Convención de los derechos del niño, 2013).