( Ver Clasificación de Fallas Pragmáticas: Retraso, Trastorno y Desorganización
Entre los niños que manifiestan dificultades en la comunicación, tanto verbal como no verbal, encontramos una gran variedad de casos clínicos posibles: aquéllos que presentan un trastorno específico del lenguaje; otros cuyo déficit lingüístico responde a causas orgánicas identificadas (neurológicas, auditivas, genéticas, etc.) y/o cognitivas, otros en los cuales el lenguaje está comprometido en comorbilidad con funciones ejecutivas, habilidades sociales, etc.
Cualquiera sea el origen de las dificultades en el lenguaje, éstas pueden tener diferentes grados y tipos de consecuencias en la competencia pragmática no verbal y/o verbal.
Cuando este compromiso se manifiesta en edades tempranas, llegar a un diagnóstico generalmente requiere un abordaje interdisciplinario. Para que éste pueda llevarse a cabo, se necesita la sistematización y focalización de objetivos en cada disciplina que intervenga. Con la Batería ICRA-A, se busca aportar instrumentos y lineamientos conceptuales pragmáticos específicos para la disciplina fonoaudiológica.
Cuando un niño no puede comunicarse del modo esperable para su edad, tanto gestual como lingüísticamente, llevar a cabo un abordaje neurolingüístico de su competencia comunicativa se torna central. Este abordaje contempla la evaluación y tratamiento de todos los aspectos del lenguaje (fonológico, morfosintáctico, léxico-semántico y pragmático), teniendo en cuenta los diversos procesos cognitivos que subyacen a éstos. Por otra parte, cualquiera sea el origen de las dificultades en el lenguaje, éstas pueden tener diferentes grados y tipos de consecuencias pragmáticas, tanto en relación con otros niños (Klecan-Aker&Lopez, B., 1984; Fujikiet al, 1990) como con los adultos (familia, docentes, etc.) (Conti-Ramsden, 1995; Redmond y Rice, 1998)
Surge de aquí la importancia del trabajo preventivo el cual se centra, fundamentalmente, en la valoración de los parámetros del desarrollo sociocomunicativo durante los primeros años de vida.
Llegar a un diagnóstico diferencial de patología de la comunicación implica discriminar el tipo de dificultad y el alcance de las fallas pragmáticas, tanto en relación con el desarrollo de estos actos de habla básicos mencionados como, así también, de las destrezas discursivas tempranas. Por otra parte, en pacientes que han perdido el lenguaje, requiere abordar lo pragmático desde un paso previo a lo discursivo, es decir, a partir de actos de habla básicos, a los efectos de recuperar circuitos mínimos de comunicación.
Dentro del Método ICRA, se sostiene el concepto de que todo el despliegue lingüístico que una persona puede llegar a alcanzar parte de 7 actos de habla básicos: rechazamos, afirmamos, damos información nueva, demandamos información mediante preguntas, enunciamos aserciones, hacemos pedidos de cosas y acciones que necesitamos y convocamos a otro mediante el saludo o el llamado. A partir de éstos, lo que sigue es un progresivo desarrollo de complejización léxico-gramatical y pragmático que abarca el despliegue de actos de habla indirectos y el paso al plano discursivo que implica el desarrollo, ya desde el acto de habla más básico, de la cohesión y de la coherencia.
El estudio sistemático de los actos de habla aparece, entonces, como una herramienta relevante en el abordaje clínico fonoaudiológico, para obtener mayor precisión en el análisis del lenguaje en niños pequeños con dificultades del desarrollo de la competencia comunicativa. Se obtiene, así, una orientación más clara para el diagnóstico diferencial y el consecuente tratamiento. Los resultados del análisis psicométrico permiten ver que la Batería ICRA-A proporciona al fonoaudiólogo los recursos y estrategias para llevarlo a cabo.
Consideramos que, cuando el niño logra estos actos de habla básicos, se abre la primera etapa del circuito verbal de la comunicación, ya que las fuerzas ilocutiva, locutiva y perlocutiva propias de cada uno de estos actos de habla, aportan un potencial comunicativo verdaderamente relevante que va más allá de una emisión aislada.
En un sistema como puede ser el comunicativo, encontramos una estructura como principio lógico, un sentido. Nada es azaroso. En este principio de orden lógico la mínima parte es representativa del todo, su “ADN”. La menor de las partes guarda o contiene la lógica del todo.
Vemos que se cumple con claridad este principio en el acto de habla. Sus tres fuerzas (ilocutiva, locutiva y perlocutiva) se dan tanto en el acto de habla mínimo (Ej. “No”) como en un discurso completo. De ahí nuestra afirmación de que es necesario trabajar sobre los actos de habla básicos del desarrollo del lenguaje, para abrir el circuito mínimo de la comunicación.
Todo lo expuesto se torna significativo, especialmente, en relación con los diagnósticos diferenciales a edades tempranas ya que tener dificultades pragmáticas no es condición suficiente para incluir a un paciente dentro de un diagnóstico determinado (Ej. Trastornos del Espectro Autista). Sólo es condición necesaria. Parece una obviedad pero la evidencia clínica muestra lo contrario.
Estos desajustes pueden corresponder a características intrínsecas de ciertas patologías del lenguaje con un compromiso pragmático de base; ser consecuencia de otros factores tales como fallas de habilidades sociales, de integración sensorial y/o funciones ejecutivas que impactan en lo pragmático; o que se presente como comorbilidad. En todos los casos, el común denominador es que la interacción comunicativa se ve, de modo directo o indirecto, afectada.
Por otra parte, es necesario analizar la relación que existe entre estas fallas y el compromiso de otros aspectos del lenguaje. Esto se establece en el marco de la evaluación neurolingüística.