Los profesionales vinculados con la patología del lenguaje necesitamos tener una mirada analítica frente al impacto de los cambios culturales en las dinámicas de comunicación, y en cómo esto influye en el desarrollo del lenguaje. En las últimas décadas los avances tecnológicos y la mayor accesibilidad a diferentes medios de comunicación, individuales y masivos, han tornado naturales, a quienes tienen acceso a ellos:
- la preponderancia de estímulos visuales sobre los auditivos y de la atención entrecortada sobre la sostenida,
- la superposición de estímulos
- la alteración de las rutinas diarias, estrechamente vinculadas con el desarrollo temporo-espacial que influye directamente en el del lenguaje (Mandler, 1999; Abraham y Brenca, 2009 b) y en la organización de formatos imprescindibles para el desarrollo de la anticipación y la incorporaciòn de tiempos de espera.
El factor tiempo, variable en cada sociedad y en cada época, influye significativamente en la forma en que se organiza la vida de los sujetos. Forma parte importante del paradigma cultural. Lo mismo sucede con el lugar que tiene el juego en la infancia, los roles de adultos y niños y los tipos de estímulos sociales a los que están expuestos tanto unos como otros.
Todos estos factores, especialmente en niños con cierta vulnerabilidad, no son menores en las etapas tempranas, instancia en que el entorno cultural del niño ejerce un alto impacto sobre el tipo y grado de su desarrollo comunicativo y, por ende, de las tres fuerzas que conforman los actos de habla, las cuales permiten activar los circuitos mínimos de comunicación.
La esencia del lenguaje es su uso, es decir, la comunicación y su despliegue en un contexto cultural.Los paradigmas culturales son dinámicos e impactan en el lenguaje, en todas las edades, generando efectos, tanto positivos como negativos, en la forma de comunicar.
En el caso de estos últimos, pueden expresarse en desorganizaciones pragmáticas y confundirse, erróneamente, con perfiles de patologías de la comunicación.
Surge de aquí la importancia del trabajo preventivo, lo cual es remarcado en la literatura psicolingüística y neuropediátrica (Rapin, I., 1996; Hernández, J. et al. 2005; Tromblin, J.B. et al. 1997; Bishop, D. y Norbury, C. 2002) centrado, fundamentalmente, en la valoración de los parámetros del desarrollo sociocomunicativo durante los primeros años de vida, tales como:
- contacto visual
- seguimiento y sostenimiento ocular,
- manifestación de la intención comunicativa de modo no verbal,
- conductas protoimperativas y protodeclarativas
- atención compartida
- riqueza gestual
- flexibilidad
- ajuste en una interacción
- calidad lúdica,
- gestos deícticos,
- alternancia de turnos,
- producción de palabras con carácter referencial
Hay un común denominador entre todos estos parámetros: el carácter pragmático.
Priorizar el estudio de este aspecto y analizarlo de modo sistemático en el marco de una evaluación neurolingüística se presenta como una necesidad para los terapeutas del lenguaje, tanto para contribuir al diagnóstico diferencial en un trabajo interdisciplinario, como también para delinear el posterior plan de tratamiento fonoaudiológico. Con el objetivo de aportar en esta dirección, hemos desarrollado el método ICRA.